Desde el punto de vista del concepto «producto»:
- el espéjo mágico de la bruja de Blancanieves es lo mismo que una videollamada por Zoom,
- en lugar de las Botas de las Siete Leguas es más práctico pillarte un tren de alta velocidad,
- la Alfombra Mágica de Aladino podríamos compararla con un vuelo de Ryanair (aunque más incómodo),
- si me apuras te diría que el servicio de Amazon Prime, con el cual pides algo y al día siguiente lo tienes en casa, tiene sus similitudes con el Genio de la lámpara,
- y en lugar de buscar en algún recóndito lugar la Fuente de la Eterna Juventud puedes ir a la Clínica de Cirugía Plástica más cercana, si te van esas cosas.
El impacto de los cuentos y leyendas que nos han entretenido durante milenios es mucho menor en las nuevas generaciones debido a los avances tecnológicos. Un niño de hoy en día no puede ver con el mismo grado de sorpresa la historia de la bruja de Blancanieves hablando por el espejo con otra «persona», porque eso no es «mágico», es «normal», de la misma forma que lo es volar, pedir cosas y que te lleguen al momento a casa y que la abuela vuelva un fin de semana con la cara más estirada.
Cuentos y leyendas del mundo, la tecnología os ha comido la tostada. Toca actualizarse.