«El fracaso es el destino de la Humanidad. El fracaso nos enseña que la vida no es más que un borrador, un largo ensayo para una obra que nunca va a ser representada«, dice el escritor fracasado que es cliente del bar en el que Amélie trabaja.
Es gratificante volver a ver una película que te gustó con el temor de que el tiempo no haya pasado bien por ella, y que te vuelva a gustar igual o más que la primera vez, que te sorprendan detalles que se te escaparon, que todavía le encuentres nuevos significados.
Y eso que la película es atacada por algunos por sus clichés vinculados al ideal de Francia que sueñan los más conservadores, sin rastro de inmigrantes, de personajes estererotipados, de vacios argumentales que son rellenados por efectos visuales y trucos más propios de los anuncios publicitarios.
Si ese es el caso, yo he vuelto a caer en la trampa, ya que tengo que reconocer que tras volver a ver la película este fin de semana, me ha encantado otra vez.